lunes, enero 08, 2007

Como un llovizna fría y persistente, el tango empapa a la larga, empapa... Enrique Santos Discépolo.

A diferencia de otros creadores populares que desplegaron su talento de modo instintivo y un tanto naif, para luego ser reivindicados por futuros exégetas, Discépolo fue siempre consciente de sus aportes. Podría incluso asegurarse que toda su producción artística está articulada por un estilo común, un cierto aire o espíritu discepoliano que la gente reconoce inmediatamente, con afecto y admiración, como si su obra -más de una vez definida como "profética"- expresara el sentido común de los argentinos. La singularidad de Discépolo sigue inquietando, tanto dentro como fuera del universo del tango. Mientras la mayoría de sus coetáneos hoy suena extraño para las nuevas generaciones, el hombre que escribió y compuso "Cambalache" persiste, está vigente. O para decirlo con una de sus imágenes preferidas: sigue mordiendo.

Enrique Santos Discépolo encarna en su obra a un héroe opuesto al hombre triunfador, exitoso. Es la absoluta contraparte del héroe. Configura en sus tangos a tipos feos, ridículos, esquilmados. Es decir, las demoliciones humanas que ha dejado la vida en su vertiginoso trajinar. Los héroes o los antihéroes de Discépolo siempre apilan en su alma las imposibilidades y las inhibiciones humanas. Son eternos perseguidos. Pero no los persigue un hombre, un polica, un enemigo. Los persigue el mundo. (Mafud, 1966, p. 65).

Resulta casi imposible -o decididamente necio- no relacionar composiciones como Martirio o Sin Palabras con la vida sentimental de su autor. Es sabido que la relación de Discépolo con Tania -con la que convivió desde 1928 hasta su muerte, en 1951- a mediados de la década del '30 empezó a resquebrajarse en razón a las frecuentes infidelidades de ella. Como señala Pujol: "Por lo bajo [...] se comentaban los amoríos de Tania, y se confrontaban esos relatos con los personajes de los tangos de Discépolo. La imaginación seguramente acrecentó las cosas, pero hubo un fondo verdadero." (Pujol, 1997, p.291). Martirio Trata el tema de la soledad, aunque no se alude, como en otros casos, a una soledad existencial, sino a un sentimiento de abandono:
Solo!
Despiadadamente solo!
mientras grita mi conciencia
tu traición,
la de tu ausencia!hoy... mañana...siempre igual. (Martirio)

El texto de Sin Palabras es inevitablemente autorreferencial y está dedicado -mas que ningún otro- a Tania (cf. Pujol, 1997, p.288):

Sin decirlo esta canción dirá tu nombre;
sin decirlo con tu nombre estaré yo...Los ojos casi ciegos de mi asombro,junto al asombro de perderte y no morir. (Sin Palabras)


Extractos de una entrevista a Tania.

- Periodista: ¿Qué recuerdos tenía de su niñez?
- Tania: Ninguno. No había jugado nunca, ni a las bolitas, ni tuvo una bicicleta, porque estaba con unos tíos muy ricos que lo vestían de payaso todos los días... Le ponían el esmoquin, la corbatita para cenar y eso a él le dolía mucho. Enrique empezó a jugar y a hacer cosas de chico cuando me conoció. Nunca tuvo una bicicleta. No porque fuera pobre..., es al revés. El pobre era el hermano.
Enrique vivía con unos tíos ricos, pero era más pobre que ninguno porque no jugaba a las bolitas, no iba en bicicleta. Lo llevaban al jardín de infantes y lo devolvían a la casa. No tuvo afectos de familia.

- Periodista: En sus letras hay una constante presencia de Dios. ¿Era creyente?
- Tania: No era un hombre de práctica religiosa. Cuando murió (Francisco) Lomuto, se celebró una misa de cuerpo presente en la Iglesia de San Nicolás... Llegó a casa muy cansado. Como había tardado mucho le pregunté qué le había pasado. -"¡Qué espectáculo! Es una maravilla lo que he visto. ¡Que lujo!, ¡qué trajes! Es un show, el show más grande que te podés imaginar", fue su comentario. Se divertía mucho conmigo solo... -"El traje dorado; el blanco se los cambiaban por dorados; daban vuelta alrededor del ataúd y le ponían un manto dorado, otro verde... Pero vieras qué show... el lujo de la gente, todas con sombrero."
-"Pero ¿qué es eso que me estás contando?".
-"Es lo que vi. Luego entraban cuatro o cinco por un lado, todos iban de negro, bordado y salieron todos en dorado, más o menos como en la revista del Maipo".

- Periodista: ¿Usted nunca pensó en escribir un tango?
- Tania: No. Enrique siempre contaba que una de las alegrías más grandes de su vida, era haberse enamorado de una mujer que no fuera intelectual. La verdad es que de intelectual yo no tenía nada. A mí me hubiera gustado ser una Alfonsina Storni. -"No..., no..., como sos está bien. No aprendas más que no te va a servir para nada..."




Soy un arlequín
Letra y Música: Enrique S. Discépolo
Año: 1928


Soy un arlequín,
un arlequín que salta y baila
para ocultar su corazón lleno de pena.
Me clavo en la cruz
tu folletín de Magdalena,
porque soñé que eras Jesús y te salvaba...
Me engaño tu voz,
tu llorar de arrepentida sin perdón.
Eras mujer... Pensé en mi madre
¡Y me clave!

Viví en tu amor una esperanza,

la inútil ansia de tu salvación.
¡Perdóname si fui bueno!
Si no se mas que sufrir...
Si he vivido entre las risas
por quererte redimir.
¡Cuánto dolor que hace reír!
Soy un arlequín,
un arlequín que salta y baila
para ocultar su corazón lleno de pena.

Me clavo en la cruz
tu folletín de Magdalena,
porque soñé que eras Jesús y te salvaba...
Me engaño tu voz,
tu llorar de arrepentida sin perdón.
Eras mujer... Pensé en mi madre
¡Y me clave!

(*) Como le decían, con cariño, los amigos. Homero Manzi compuso la letra para un tango homenaje a su amigo, llamado de esta forma, la música la compuso Aníbal Troilo.


Fuentes:
www.todotango.com ; http://es.wikipedia.org ; "Poéticas del Tango" de Oscar Conde, edit.: Marcelo Hector Oliveri.

1 Comments:

Blogger Alicia said...

Y llegué hasta acá también, sin ánimo de invadir, en son de paz.
Esta vez, atraida por la queja de un bandeón, al que siempre vuelvo una y otra vez.
Seguramente entrando en clima para visitar Baires, y afrontar días difíciles. Escucho "Nada" cantado por María Volonté, y mientras tomo unos mates, llena de nostalgias, y con Melin ronroneando a mi lado, leo este post.
El mejor tango de Discépolo para mi es Uno, indudablemente.
¿Qué le pasó que no escribió más en este blog?

7:51 p. m.  

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